"style" " .Un pequeño fragmento de mi novela

Un pequeño fragmento de mi novela

 "Fred" —le dijo Clotilde Quiñónez mientras caminaban al Parque del Barranco—, "ahora que estamos pasando por la casa de mi amiga Carmina, se me viene al recuerdo un suceso que late en mi corazón eternamente: tú bien sabes el aprecio inmenso que llevo en mi alma por Carmina Martínez Buendía, mi amiga del alma desde que éramos unas niñas y compartíamos la misma fe católica y luego el mismo fervor por las Hermanas de la Paz, un grupo de mujeres devotas que nos dedicábamos a predicar el evangelio por los rincones más olvidados de Perla Negra.

Pero cuando no estábamos en la iglesia ni en nuestras labores misioneras, nosotras dos nos escapábamos a recorrer la ciudad y sus misterios, admirando las plazas y los callejones, y conversando sobre las cosas del pueblo o de nuestras propias vidas. Una mañana, mientras caminábamos por la plazoleta de la Libertad, donde los pájaros multicolores cantaban y las flores exhalaban un perfume embriagador, Carmina, la más joven y bella de nuestro grupo, me confesó que guardaba en un tocador de guayacán un tesoro que custodiaba con celo.

                                                                        


‘Es un rosario de oro’, me dijo con voz temblorosa, ‘una reliquia que me heredó mi madre, Petronila Buendía Alcántara, antes de morir. Lo tengo desde que era una niña y lo llevo conmigo a todas mis aventuras y desventuras. Me lo dio en su último suspiro y me hizo jurar que nunca lo vendería ni lo perdería. Mi madre lo besaba cada noche con devoción y le pedía que me protegiera y me cumpliera mis deseos’, me contó, acariciándome con ternura las manos.

Yo la miré con asombro y curiosidad. ‘¿Y qué más hay en ese tocador?’, le pregunté. Carmina sonrió con malicia y me hizo una seña para que me acercara más. ‘Hay joyas de toda clase’, me susurró, ‘collares, anillos, aretes, brazaletes, broches... Todos de oro y piedras preciosas. Los he ido coleccionando desde que era una niña y gracias al oficio de panadera de mi madre Petra. Clotilde, antes de que caiga la tarde amenazante de lluvia, te obsequiaré el rosario de oro que perteneció a mi madre. Sé que lo apreciarás tanto como yo lo hice’"

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